No escondas tu personalidad ni tus manías. Tampoco tus diferencias o extravagancias. Forman parte de tu marca personal, de tu esencia.
En el territorio de las marcas, la personalidad suma mientras que la impostura resta.
No suprimas tu espontaneidad ni escondas tu rasgos únicos. Con ellos puedes poner sal, pimienta o azúcar en la vida de compañeros, gente a cargo, jefes, clientes y otras personas con las que te relacionas.
Es vital ser uno mismo y transparentarlo con energía, confianza y soltura.
Así que no dejes la personalidad en la casa ni la escondas: llévala al trabajo, a tus reuniones e interacciones, despliégala en tus distintos ámbitos.
La marca personal es autenticidad. Es ser leales con nosotros mismos para poder serlo con otros.
Sé fiel a tu autenticidad.