La autoestima no es otra cosa que la opinión que uno tiene de sí mismo.
Es una apreciación subjetiva de nuestra valía. Y esta sensación de valía suele verse menoscabada por los saboteadores internos que viven en nosotros y también por las voces de las personas con que nos relacionamos.
La autoestima se va reforzando a lo largo de nuestras vidas por los pensamientos, emociones y sensaciones que experimentamos. También por las situaciones y experiencias que hemos vivido, por las personas que nos han marcado y por los resultados que hemos conseguido.
Y la clave acá, sobre todo para aquellas personas, que son muy duras, inclementes, consigo mismas, es que la autoestima no es innata, no la heredamos. La aprendemos. Y, por lo tanto, la podemos cambiar, fortalecer, mejorar, moldear.00
Porque una buena autoestima, una saludable autoestima, nos motiva a perseguir nuestros objetivos, nos impulsa a actuar y nos ayuda a mantenernos enfocados y entusiastas.